FILOSOFÍA Y PEDAGOGÍA INDÍGENA


Para el Indígena la realidad se representa simbólicamente en su atuendo, en la danza, en el canto,  en la sabiduría de los mayores, en el poder curativo de las plantas y en su íntima relación con la naturaleza.
Esta filosofía es mucho más compleja. No se apoya en conceptos religiosos ni mucho menos en teorías científicas. Es, simplemente, una forma de ser o de existir. Una manera de pensar que se materializa en las ceremonias  que acompañan cada etapa del ciclo vital y en los rituales de consagración a la Madre Tierra, porque ella lo es todo.

La educación es concebida como experiencia, el maestro es quien educa o enseña, pero es también quien despierta a la persona, el alumno es el que tiene la posibilidad de aprender y experimentar; por lo tanto, la educación se da en la medida en que se construye el conocimiento.

El aprendizaje parte de una experiencia acompañada, que brinda al alumno la posibilidad de experimentar y de observar a quien sabe para reflexionar y aprender de aquello que vive. 

Es un proceso que busca, partir de la realidad, del análisis del contexto y de la comunidad, para después experimentar, reflexionar, actuar y finalmente evaluar lo realizado y volver, con esta evaluación, a contextualizar la realidad.
Para el indígena la reciprocidad consiste en el “saber ser”, porque no se considera dueño de la naturaleza, sino parte de ella.
Dada la naturaleza libre de la persona, necesita reconocer que el aprendizaje requiere del deseo y la participación libre y activa del alumno, que decide por sí mismo y desde adentro, querer aprender, despertar, abrirse a lo nuevo, involucrarse en la tarea y apropiarse así de la responsabilidad de aprender, para alcanzar la autonomía, siempre en el ámbito comunitario.
La formación se centra en la persona, es decir, alguien que es definido como persona y comunidad a la vez; se construye en la medida en que asume su identidad y reconoce la memoria colectiva.
Se reconoce que no todos aprenden de igual manera, y cada quien trae una capacidad que tiene que desatar; por ello se trata de apoyar el interés y las potencialidades que cada estudiante presenta.
La Pedagogía concibe que lo más importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje no sea el docente ni sus objetivos, sino la persona, que entra en una relación dialógica con el educador y con quienes le rodean.
En torno a los alumnos girarán las experiencias, los modelos educativos, los contenidos, los métodos y herramientas diseñadas por el docente para participar, que harán posible la reflexión y la acción (despertar y desatar), en torno a la verdad, para actuar en favor de una comunidad y sociedad más justa y más humana.
La expresión de la cosmovisión indígena ha implicado una reivindicación de los derechos colectivos, en una sociedad que tiende a ignorarlos y a excluirlos de su dinámica. 




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