EL PRINCIPIO DE LA VIDA COMUNITARIA
La formación educacional y la vida social, económica y
cultural de los pueblos indígenas tienen su base en el desarrollo del principio
comunitario.
Los
pueblos originarios del continente educaban en el conocimiento ancestral, la
vida espiritual, las prácticas, la cosmología y los valores culturales como
elementos propios de la vida comunitaria.
Esta
educación daba solución a los problemas y satisfacción a las necesidades
utilizando el principio comunitario.
En el modelo
educativo de los pueblos originarios, el pensamiento privilegiaba la
experiencia personal y colectiva. Aprendían de las experiencias reales más que
de lo abstracto.
El
hombre indígena reflexionaba sobre las experiencias, llegando a ser estas, la
base fundamental de su educación e incorporación de todo nuevo conocimiento.
Podemos
decir entonces que la educación de los pueblos originarios parte de una
comprensión universal, global, entera y relacionada. Cada acontecer está
estrechamente relacionado con otros acontecimientos, que producen nuevas
relaciones y eventos en un proceso que siempre compromete al todo.
Para
desarrollar el principio de la vida comunitaria, podemos agregar las siguientes
actitudes:
1) La actitud del servicio comunitario: Entiende
la vida como democracia participativa en
la cual todo miembro de la comunidad tiene la obligación de prestar
servicios a su comunidad y de servir en cargos de autoridad elegidos
democráticamente y por el tiempo que la misma comunidad defina. Nadie se arroga
poderes que no hayan sido concedidos por la comunidad.
2) La actitud de reciprocidad: Es la que se
da del indígena con los otros hombres, con la naturaleza y con los espíritus
tutelares. La reciprocidad es el sentimiento que impulsa a los hombres y
mujeres a prestarse ayuda mutua, en todos los campos del quehacer humano. La reciprocidad busca el equilibrio de los
opuestos, es decir el hombre indígena busca la extensión de su ser, por el
reconocimiento del otro, no mide sus ventajas por la posesión de bienes
materiales, como sucede en la cultura occidental.
3) La actitud de laboriosidad: El trabajo es
la actividad fundamental de subsistencia del hombre indígena. La ociosidad va
en contra de la naturaleza humana. La personalidad del hombre indígena se
expresa mediante su trabajo. La persona trabajadora es valorada como sujeto de
bien, porque no solo contribuye al bienestar familiar, sino que también al
conjunto de la comunidad.
4) La actitud del respeto y la ritualidad: Esta
actitud encarna el cosmos, el mundo, la naturaleza y los hombres. La ritualidad
logra el bienestar de la comunidad mediante el entendimiento y la comunión con
las leyes cósmica. El hombre indígena arraigado a la tierra, debe en
reciprocidad agradecer y saludar al cosmos, al mundo y la naturaleza a través
de sus rituales. En el mundo de los pueblos originarios se ofrecen a la
Pachamama con elementos simbólicos, donde el discurso ritual trae al presente
la historia ancestros, la música y la danza. El rito trae esparcimiento,
renovación espiritual, y equilibrio al hombre indígena. La cultura gira en
torno a la ritualidad y se enseña el respeto hacia las personas. Se respeta a
los ancianos como depositarios de la sabiduría comunitaria, acumulada a través
de la escuela de la experiencia. La actitud del respeto y la ritualidad generan
una esfera moral muy propia de los pueblos indígenas: el robo, la mentira, el
adulterio, no son solo graves ofensas a la dignidad personal, sino que
constituyen además una grave afrenta a la dignidad de la comunidad.
Es
decir que la educación indígena entiende la historia, los acontecimientos y las
relaciones naturales y humanas como un todo relacionado; sin embargo, con el
correr de los años en occidente, el racionalismo, el cientificismo, y
el dogmatismo religioso nos llevaron a una visión fragmentada de las cosas;
urge hoy día una trasformación filosófica en la educación de nuestros niños.
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